El diagnóstico de la muerte encefálica es un punto de interés médico legal que requiere tanto el cese de las funciones como de su irreversibilidad, ya sea del sistema cardiopulmonar o de todo el cerebro (encéfalo) incluido el tronco encefálico. No existen registros de ningún caso que haya recuperado la función cerebral después de trascurridas seis horas desde el momento en que se produjo el cese, comprobado mediante exploración clínica y confirmado por un electroencefalograma, aunque cabe señalar que debe tenerse mucha precaución y si es preciso se debe obtener asesoramiento legal y confirmar el diagnóstico por varios examinadores experimentados en el tema, siempre debe incluir un neurocirujano o neurólogo clínico, antes de declarar la muerte cerebral. Tema que se abordará con mayor profundidad a continuación.
Muerte cerebral (muerte encefálica).
La definición de muerte cerebral fue referida por primera vez en el año 1959 con el término coma de passé o sobrepasado, utilizado para describir un daño cerebral irreversible.
El diagnóstico de la muerte comenzó a ser un problema para la medicina a partir de la década del 60, cuando los avances en la tecnología, el desarrollo de unidades de cuidados neurointensivos, permitieron suplir y mantener las funciones vitales por tiempo casi indefinido.
Simultáneamente, por el desarrollo de los trasplantes de órganos, se necesitaba caracterizar las condiciones requeridas en el donante para poder efectuar la correspondiente ablación de los órganos.
En el año 1968, y partir del informe del comité ad hoc de la escuela de medicina de la Universidad de Harvard, se normatizaron las situaciones clínicas que, comprobado objetivamente el cese de ciertas funciones cerebrales, dieron nacimiento al nuevo concepto de muerte encefálica como paradigma de la muerte humana en reemplazo de la tradicional muerte cardiorrespiratoria.
La determinación de muerte cerebral ha adquirido importancia por dos razones: la posibilidad de apoyar por periodos prolongados las funciones vegetativas después de la muerte encefálica y la necesidad de los órganos para trasplantes.
Los adelantos en este campo proporcionan la posibilidad de usar los órganos de una persona en muerte cerebral para mejorar o salvar las vidas de otras personas. Actualmente, la donación se basa principalmente en el concepto del altruismo.
Muerte cerebral en los adultos.
En los Estados Unidos, la mayoría de los estados aceptan algunas formas de muerte cerebral como determinación válida de muerte. La comisión presidencial de los Estados Unidos proporciona las siguientes pautas:
Criterios para determinar la muerte cerebral.
Se recomiendan los siguientes criterios:
A.) Ausencia de reflejos del tallo cerebral.
Debido a que las vías simpáticas cervicales pueden permanecer intactas. Existe una abolición de los reflejos corneales (El reflejo corneal: cerramiento del ojo ante la estimulación de la córnea, no escleral).
Existe abolición de los reflejos oculocefálicos (ojos de muñeca), está contraindicada la exploración de este reflejo si se desconoce el estado de la columna vertebral sobre todo cervical.
Existe una abolición de los reflejos oculovestibulares que se explora a través de la prueba calórica fría: que consiste en instilar de 60 a 100 ml de agua fría en un oído (no realizar esta prueba si hay perforación timpánica) con la cabecera de la cama elevada a 30 grados.
Se descarta la muerte cerebral si se detecta algún tipo de movimiento ocular. Se debe esperar la respuesta al menos 1 minuto y no se debe explorar el lado opuesto antes de haber transcurridos unos 5 minutos.